Uno de los grandes problemas a los que se enfrenta la agricultura tradicional es la enorme heterogeneidad de factores que afectan directamente al crecimiento de los cultivo. Esta agricultura 2.0 se centra en el aumento de la productividad y el control de las parcelas agrícolas gracias a las nuevas tecnologías, que nos dan una información precisa para actuar adecuadamente y a tiempo.
Detectar y medir los factores más relevantes para poder tomar decisiones más efectivas respecto a la siembra, el uso de fertilizantes y fitosanitarios o de otros insumos necesarios mediante el desarrollo de diferentes sensores, como los algoritmos basados en análisis de datos e inteligencia artificial «machine learning».
Además esta información nos permite poder predecir el rendimiento y la producción de los cultivos con una mayor precisión. Tener en cuenta factores como la composición del suelo, microclimas, plagas localizadas, la variabilidad biológica de las distintas especies, etc. es básico para saber qué, cómo y cuándo cultivar.
En el pasado simposio nacional de ingeniería agrícola, celebrado en el 2016 en Almería (España), se situó a la Agricultura 2.0 como un factor clave para el avance y el rendimiento del campo y se arrojaron datos muy interesantes.
Según los técnicos de Bioibérica, empresa española de fabricación de biomoléculas, el uso de nuevas tecnologías permite al agricultor:
Ideagro (empresa de I+D agroalimentario) publicó en 2015 que el uso de big data y otras tecnologías en el campo pueden:
Además, según publicó Businessinsider en 2015, en EEUU aproximadamente el 60% de los agricultores lo usan, viendo un aumento de la cosecha en un 13% y una disminución en costes del 15%.
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